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Diapositiva 1

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Acudi Sancho Panza a socorrerlo, a todo el correr de su asno, y cuando lleg se dio cuenta que no se pod a mover y se golpe fuertemente contra Rocinante. – PowerPoint PPT presentation

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Title: Diapositiva 1


1
Don Quijote de la Mancha
Capitulo I
Capitulo II
2
Don Quijote es armado caballero
Donde se cuenta la graciosa manera que tuvo don
Quijote en armarse caballero.
3
En aquel castillo no había capilla por que estaba
muy destrozada, y ahí podía cuidar la armadura
pero no había tanto espacio fue a velarlo en el
patio. El posadero se engañaba por que no
sabia nada de historietas, y, así, tuviese por
cierto y averiguado que todos los caballeros
andantes, de que tantos libros están llenos y
atestados, que en gustando alguna gota de ella
luego al punto quedaban sanos de sus llagas y
heridas, como si mal alguno hubiesen tenido,
ellos mismos lo llevaban todo en unas alforjas
muy sutiles, que casi no se parecían, a las ancas
del caballo, como que era otra cosa de más
importancia, porque, y por esto le daba por
consejo, pues aun se lo podía mandar como a su
ahijado,, y que vería cuán bien se hallaba con
ellas, cuando menos se pensaba.
4
Le dijo que tenia que velar las armas en un
corral grande, las puso sobre una pila que junto
a un pozo estaba y, embrazando su adarga, cogió
de su lanza y con gentil continente, se comenzó a
pasear delante de la pila y cuando comenzó el
paseo comenzaba a cerrar la noche. Acabó de
cerrar la noche, que podía competir con el que se
la prestaba, de manera que cuanto el novel
caballero hacía era bien visto de todos.
5
No se curó el carretero de estas razones,
trabando de las correas, las arrojó gran trecho
de sí. Lo cual visto por don Quijote, alzó los
ojos al cielo y, puesto el pensamiento a lo que
pareció en su señora Dulcinea, dijo Señora
mía, en esta primera afrenta que a este vuestro
avasallado pecho se le ofrece no me desfallezca
en este primero trance vuestro favor y
amparo. Llegando a quitar las armas para
desembarazar la pila, sin hablar don Quijote
palabra y sin pedir favor a nadie soltó otra vez
la adarga y alzó otra vez la lanza y, sin hacerla
pedazos, hizo más de tres la cabeza del segundo
arriero, porque se la abrió por cuatro.
6
Con esto cobró, a su parecer, tanto ánimo, que si
le acometieran todos los transportadores del
mundo, no volviera el pie atrás. También don
Quijote las daba, mayores, llamándolos de
alevosos y traidores, y que el señor del castillo
era un follón y mal nacido caballero, pues de tal
manera consentía que se tratasen los andantes
caballeros y que si él hubiera recibido la orden
de caballería, que él le diera a entender su
alevosía Pero de vosotros, soez y baja
canalla, no hago caso alguno tirad, llegad,
venid y ofendedme en cuanto pudieres, que
vosotros veréis el pago que lleváis de vuestra
sandez y demasía. Decía esto con tanto brío y
denuedo, que infundió un terrible temor en los
que le acometían y así por esto como por las
persuasiones del ventero, y él dejó retirar a los
heridos y tornó a la vela de sus armas con la
misma quietud y sosiego que primero. No le
parecieron bien al ventero las burlas de su
huésped, y determinó abreviar y darle la negra
orden de caballería luego, antes que otra
desgracia sucediese.
7
Le dijo que en aquel castillo no había capilla,
que todo el toque de quedar armado caballero
consistía en la pescozada y en el espaldarazo.
Todo se lo creyó don Quijote, que él estaba
allí pronto para obedecerle y que concluyese con
la mayor brevedad que pudiese, porque, si fuese
otra vez acometido y se viese armado caballero,
no pensaba dejar persona viva en el castillo,
excepto aquellas que él le mandase, a quien por
su respeto dejaría.
8
Advertido y medroso de esto el castellano, trujo
luego un libro donde asentaba la paja y cebada
que daba a los arrieros, y con un cabo de vela
que le traía un muchacho, y con las dos ya dichas
doncellas, se vino adonde don Quijote estaba y,
leyendo en su manual, como que decía alguna
devota oración, en mitad de la leyenda alzó la
mano y le dio sobre el cuello un buen golpe, y
tras él, con su misma espada, un gentil
espaldarazo, siempre murmurando entre dientes,
como que rezaba. Hecho esto, mandó a una de
aquellas damas que le ciñese la espada, la cual
lo hizo con mucha desenvoltura y discreción,
porque no fue menester poca para no reventar de
risa a cada punto de las ceremonias pero las
proezas que ya habían visto del novel caballero
les tenía la risa a raya.
9
Don Quijote le preguntó cómo se llamaba, porque
él supiese de allí adelante a quién quedaba
obligado por la merced recibida, porque pensaba
darle alguna parte de la honra que alcanzase por
el valor de su brazo, Ella se lo prometió, y la
otra le calzó la espuela, con la cual le pasó
casi el mismo coloquio que con la de la espada.
Le preguntó su nombre, y dijo que se llamaba la
Molinera y que era hija de un honrado molinero de
Antequera a la cual también rogó don Quijote que
se pusiese don y se llamase doña Molinera,
ofreciéndole nuevos servicios y mercedes.
10
Hechas, pues, de galope y aprisa las hasta allí
nunca vistas ceremonias, no vio la hora don
Quijote de verse a caballo y salir buscando las
aventuras, y, ensillando luego a Rocinante, subió
en él y, abrazando a su huésped, le dijo cosas
tan extrañas, agradeciéndole la merced de haberle
armado caballero, que no es posible acertar a
referirlas. El ventero, por verle ya fuera de la
venta, con no menos retóricas, aunque con más
breves palabras, respondió a las suyas y, sin
pedirle la costa de la posada, le dejó ir a la
buena hora.
INICIO
11
Don Quijote contra los molinos de viento
  • Del buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo
    en la espantable y jamás imaginada aventura de
    los molinos de viento con otros sucesos dignos de
    felices recuerdos

12
En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos
de viento que hay en aquel campo, y cuando don
Quijote los vio, dijo a su sirviente La
aventura nos ha guiado a lo que no nos podíamos
imaginar Sancho Panza, allí ves a treinta o más
gigantes, a quienes pienso derrotar y quitarles
la vida. Con sus despojos comenzaremos a
enriquecer, pues con su desaparición el mundo
ganará porque habremos derrotado al mal.
Don Quijote y Sancho Panza
13
Qué gigantes?, respondió Sancho Panza. Aquellos
que allí ves, respondió su amo, tienen los brazos
largos que generalmente son de casi dos
leguas.Mire mi amo, respondió Sancho, aquellos
que están allí no son gigantes, sino molinos de
viento, y los que parecen sus brazos son las
aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la
piedra del molino.
Molinos de viento
14
Parece que no estás acostumbrado a estas
aventuras, respondió don Quijote, ellos son
gigantes y si tienes miedo vete de aquí, y ora
mientras yo me enfrento a ellos en una sangrienta
y desigual batalla. Entonces avanzó en su
caballo, sin atender a las voces que su sirviente
le daba, advirtiéndole que eran molinos de
viento, y no gigantes. Pero él iba tan creído de
que eran gigantes, que no oía las voces de
Sancho, no veía lo que eran, al contrario iba
diciendo en voces altas Malditos, cobardes y
viles criaturas, que un solo caballero es el que
los ataca.
Don Quijote, montado en Rocinante
15
En esto se levantó un poco de viento, y las
grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto
por don Quijote, dijo Pues aunque muevas muchos
brazos me la vas a pagar. Y en diciendo esto, se
encomendó a su señora Dulcinea, pidiéndole que en
tal trance le socorriese, y con la lanza en la
mano, embistió con el primero molino que estaba
delante y dándole con la lanza en el aspa, la
volvió el viento con tanta furia, que la hizo
pedazos, llevándose también al caballo y al
caballero, que fue rodando muy maltratado por el
campo. Acudió Sancho Panza a socorrerlo, a todo
el correr de su asno, y cuando llegó se dio
cuenta que no se podía mover y se golpeó
fuertemente contra Rocinante.
Don Quijote tirado en el suelo
16
Válgame Dios! dijo Sancho. No le dije yo a
usted mi amo que mire bien lo que hacía?, que no
eran gigante, sino molinos de viento, y no los
podía ignorar sino quien lleve otros iguales en
la cabeza Calla, amigo Sancho respondió don
Quijote , que las cosas de la guerra más que
otras están sujetas a continua mudanza yo
pienso, y es verdad, que aquel sabio Frestón que
me robó el aposento y los libros ha vuelto estos
gigantes en molinos, para que no pueda vencerlo
tal es el odio que me tiene que ha puesto sus
malas artes contra la bondad de mi espada.
17
Dios hace lo que puede respondió Sancho
Panza. Y, ayudándolo a levantar, subió sobre
Rocinante, que estaba medio despaldado. Y,
hablando de la pasada aventura, siguieron el
camino del Puerto Lápice, porque allí, según
Quijote, no era posible dejar de hallar muchas y
diversas aventuras, por ser un lugar muy
pasajero porque iba muy adolorido, por haberle
faltado la lanza y diciéndoselo a su escudero,
le dijo
18
Yo recuerdo haber leído de un caballero español
llamado Diego Pérez de Vargas, habiendo que en la
batalla se le rompiera la espada , dividió un
pesado tronco, que tanto el hizo muchas cosas
picando vario muros , que quedo como nombre de
Machuca, así como descendientes se llamaron de
aquel día Vargas y Machuca. Este dicho dice
que que aquel que rompe un trocó tendrá la
necesidad de romper otro, tal como me lo imagino
y pienso hacer con él tales aventuras, que tú te
tengas por afortunado de haber echo merecido de
venir a Vellas y ser testigo de cosas que jamás
creías.
19
A la mano de Dios dijo Sancho. Yo lo creo
todo así como nuestro don lo dice pero enderece
un poco para que valla de medio lado, y así el
movimiento de la caída Así es la verdad
respondió don Quijote, sino que quejaba del
dolor, es por eso que no es dado a los caballeros
andantes quejarse de cualquier herida , aunque le
salgan las tripas.
20
Si eso es así, no tengo yo que refutar
respondió Sancho pero sabe Dios si yo no
respetaba nuestro don que se quejara cuando
alguna cosa le doliera. Yo de daré de quejar asta
el mínimo dolor que tenga, ya pero los escuderos
y los caballeros traten de no quejarse. No
dejó de reír don Quijote de las cosas que hablaba
el escudero y así le explicó que podía muy bien
quejarse como y cuando quisiera, sin ganas o con
ganas, que hasta entonces no había leído cosa en
contrario en la orden de caballería.
21
Le dijo a Sancho que mira la hora que no era hora
de comer. Respondiendo su amo con este permiso,
se acomodó Sancho lo mejor que pudo sobre su
burro, y sacando de las bolsas lo que en ellas
había puesto, iba caminando y comiendo detrás de
su amo muy despacio, y de cuando en cuando
elevaba la bota, con tanto gusto que le pudiera
envidiar el más regalado. Y en tanto que él iba
de aquella manera esta en frecuentes tragos, no
se le acordaba de ninguna promesa que su amo le
hubiese hecho, ni tenía por ningún trabajo, sino
por mucho descanso, andar buscando las aventuras
por peligrosas que fuesen.
22
En resolución, aquella noche la pasaron entre
unos árboles, y del uno de ellos despedazó Don
Quijote cogió un ramo seco que le sirvió como
lanza. Toda la noche no durmió Don Quijote,
pensando en su señora Dulcinea, por acomodarse a
lo que había leído en sus libros, cuando los
caballeros pasaban sin dormir muchas noches en
los bosques despoblados, entretenido en el
recuerdo de la señora . Sancho Panza, como tenía
el estómago lleno y no de agua de chicoria
23
Y que no fueran a despertarlo, si su amo no lo
llamara los rayos del sol que le daban en el
rostro, ni el canto de las aves, que muchas y muy
alegremente venida del nuevo día .Al levantarse,
vio su bota algo más flaca que la noche anterior,
y afligiéndosele el corazón, por parecerle que no
llevaban camino de remediar tan presto su falta.
No quiso desayunarse don Quijote, porque, como
está dicho, dio en sustentarse de sabrosas
memorias. Tornaron a su comenzado camino del
Puerto Lápice, y a obra de las tres del día le
descubrieron .
INICIO
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