Presentaci

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Miguel-A.
Sor Rita
152 segundos.
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Una joven asturiana desde pequeña había soñado
con ser monja. Tras ingresar en una orden
religiosa, la mandaron a un convento en un lugar
remoto de la provincia de Cádiz, donde todo el
mundo hablaba con el típico ceceo. Cuando llegó,
se quedó sorprendida al ver cómo los habitantes
del pueblo llamaban a las monjas Zor María o
Zor Tereza. Era un ceceo tan peculiar que no
pudo reprimir una risita inicial.
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En aquel convento estuvo más de nueve años, con
las monjitas, dedicada a formarse para tomar su
votos. Al profesar, las aspirantes son
bautizadas con un nuevo nombre para su vida
religiosa.
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La Madre Superiora bautizó a las recién
iniciadas "Tú, hija, te llamarás Ana, Sor Ana".
"Tú, hija, te llamarás Luisa, Sor Luisa". Y
cuando le tocó a la muchacha en cuestión, le
dijo - Tú, hija, te llamarás Rita, Sor Rita.
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Por ello, a través de un sacerdote que viajaba al
Vaticano, decidió solicitar un cambio de nombre
ante las más altas autoridades eclesiásticas. Al
cabo de unos meses, le enviaron el pasaje y todo
lo necesario para ir a cambiarse el nombre a
Roma. Llegó al Vaticano. Le indicaron que el
cambio de nombre se realizaría en una ceremonia
donde ella tomaría, al azar, de una cajita una
papelera conteniendo un nombre.
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Antes de comenzar la ceremonia, el sacerdote
oficiante explicó - Hija, te hemos dado la
oportunidad de cambiar tu nombre ante Dios. Pero
debes saber que este nuevo nombre que tomes del
papelito de la caja será el definitivo. - Sí,
Padre -contestó Sor Rita pensando que no había
nada peor en esta vida que llamarse zor-rita.
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- De acuerdo -añadió el sacerdote-. Encomiéndate
a Jesús, y toma un nombre de la caja. Sor Rita
toma el papelito, y, sin leerlo, se lo entregó al
sacerdote. Este lo leyó, y le dijo - Hija, de
hoy en adelante serás Sor Raimunda!.