ICONO DEL BEATO FRANCISCO PALAU Y QUER - PowerPoint PPT Presentation

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ICONO DEL BEATO FRANCISCO PALAU Y QUER

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El icono ha sido realizado por las Carmelitas Descalzas de Harissa Libano, con destino a la iglesia Mater Carmeli Roma y bendecido el domingo 24 de ... – PowerPoint PPT presentation

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Title: ICONO DEL BEATO FRANCISCO PALAU Y QUER


1
El icono ha sido realizado por las Carmelitas
Descalzas de Harissa Libano, con destino a la
iglesia Mater Carmeli Roma y bendecido el
domingo 24 de abril de 1988, día de la
Beatificación de Francisco Palau
Propiedad de las Carmelitas Misioneras Casa
General Vía del Casaletto, 115 00151 ROMA
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ICONO DEL BEATOFRANCISCO PALAUY QUER
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(Ap. 21,1-3 90-11).
Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva... Y
vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que
bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada
como una novia ataviada para su esposo. Y oí una
fuerte voz que decía desde el trono "Esta es la
morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada
entre ellos y ellos serán su pueblo y él,
Dios-con-ellos, será su Dios..." El ángel me
habló así "Ven que te voy a mostrar a la novia,
a la esposa del Cordero. Me trasladó en espíritu
a un monte grande y alto y me mostró la Ciudad
santa de Jerusalén, que bajaba del cielo, de
junto a Dios, y tenía la gloria de Dios. Su
resplandor era como el de una piedra muy
preciosa, como jaspe cristalino (Ap. 21,1-3
90-11).
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Icono 2
Si fijamos nuestra mirada en el icono del Beato
Francisco Palau y Quer mientras re-suenan en
nuestro corazón las palabras del libro del
Apocalipsis, realizamos esa con-templación
iconografía en la que la palabra lleva a los
oídos lo que la imagen presenta ante los ojos.
El P. Palau aparece ante nuestra mirada co-mo un
contemplativo y un profeta, fasci-nado por el
misterio de la Iglesia, de Cristo y de María, del
que nos habla el texto. La luz de la palabra
ilumina el rostro del Beato Francisco, profeta de
Dios, contem-plativo y apóstol de la Iglesia. El
fondo intensamente dorado del icono en el que se
inscribe la figura carismática del P. Palau, es
el misterio de Dios, luz infinita, inaccesible,
misterio escondido, marco vital de la existencia
humana. Desde este miste-rioso oro de la
divinidad, la figura humana
5
Icono 2
del Beato, inscrita en Dios, en su vida mortal y
aho-ra en su gloria inmortal, es un reflejo de su
gloria. De esta forma en él se representa la obra
de la Tri-nidad una persona hecha a imagen y
semejanza de Dios, un discípulo de Jesús,
semejante al Maestro, un hombre en el que la
acción del Espíritu de san-tidad ha conseguido
marcar los rasgos de la perfec-ción evangélica.
Una visión global del icono nos ofrece la figura
del Beato Francisco Palau en su geografía y en su
historia, en sus cualidades humanas y en sus
virtudes, en su ministerio apostólico y en su
dimensión mariana. En el centro aparece su
figura. Hombre religioso, Carmelita descalzo,
orante y pastor aparece joven con la juventud
del Espíritu es peregrino y cami-nante, hombre
de las montañas y de las cuevas, er-mitaño de las
soledades, amigo de las alturas y de la
contemplación de los misterios. Sobre todo el
icono nos orienta hacia el centro mismo de su
amor el misterio de la Iglesia y el misterio de
María. Por eso el objeto de su contemplación, el
núcleo al que dirige su mirada es el icono de la
Virgen María.
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Vedrá
El marco histórico geográfico con una montaña,
una cueva y el azul intenso del mar, nos
trasladan a ese lugar carismático de su
contemplación El Vedrá, la cueva de su Patmos,
lugar de las "revelaciones", montaña de sus
trans-figuraciones y de su intensa oración
sacerdotal, templo cósmico, entre el cielo, el
mar y la tierra de su intercesión por la
salvación del mundo y la liberación del mal. El
signo del mal, el dragón, que Francisco aplasta
con su bastón nos recuerda su misión apostólica,
su lucha contra el mal, su ministerio de
exorcista. Contemplemos la figura del P.
Francisco Palau. Una figura alta y esbelta, como
aparecen los santos en los iconos, como
manifestación de esa verticalidad que los lleva
hacia Dios en una dimensión ascensional de su
vida y de su mirada contemplativa. Revestido con
el hábito del Carmelo lleva en su persona el peso
y la gloria de la tradición. Hijo de Elías, es
como él profeta de los desiertos. Hijo de Teresa,
es como ella amante de la Iglesia. Hijo de Juan
de la Cruz, es como él amigo y amado amigo de
Cristo, amado y amador en su relación con la
Iglesia esposa. El contraste entre el pardo sayal
y la blancura de su capa son indicios de su
ascesis y de su pureza. Dos virtudes
características de su vida.
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rostro
Su rostro, dentro de la tradición iconográfica
bizantina, por una parte quiere reflejar algunos
rasgos de su identidad, tal como nos la trasmite
la tradición fotográfica e iconográfica del P.
Palau.
Pero un icono transfigura y rejuvenece el rostro,
confiere a la carne un color transfigurado y
glorioso. Su frente amplia indica la apertura
total de su mente a la contemplación, su
inteligencia puesta al servicio del Reino. Sus
amplias cejas arqueadas en las que los ojos son
como ventanas abiertas a la contemplación dan
luminosidad a su rostro. Todo bienaventurado
tiene un rostro iluminado y que ilumina.
Iluminado por lo que contempla. Ilumina por lo
que transmite porque su misión evangelizadora es
fruto de la contemplación el misterio de Cristo,
de María, de la Iglesia. Su nariz sutil y su boca
pequeña expresan su silencio y su palabra.
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Rostro con corona
Su rostro está inscrito en la circunferencia
dorada que es propia de los santos. Un ros-tro
inscrito en el misterio de la divinidad. Es el
lugar de la glo-ria de Dios, por-que la gloria de
Dios es el hom-bre vivo.
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Mano derecha
Su mano derecha se eleva en un gesto de bendición
sa-cerdotal y de intercesión. Indica el misterio
que atrae su mirada y que él muestra y pro-clama
como auténtico evan-gelizador.
De este modo orienta el centro de la atención del
icono, no ha-cia sí, sino hacia Cristo, María,
la Iglesia.
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Mano con bastón
Con la otra mano lleva el cayado de pastor con el
signo de la "tau"que significa la cruz del Señor.
La cruz según la simbo-logía antigua es báculo y
es espada. Báculo para apoyarse, espada para
vencer el mal y el maligno.
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Mano con el pergamino
Lleva en su mano un pergamino. Con él Fran-cisco
Palau aparece a la vez como escritor y
fun-dador. A eso aluden las palabras escritas
"Vues-tra obra es la mía y la mía y la vuestra es
la obra de Dios". El Fun-dador habla de sus
hijas, don de Dios. Porque todo carisma en la
Iglesia no es obra humana, sino obra de Dios.
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nombre
Llamado por nombre, cada santo tiene su nombre
inscrito en el cielo, en el libro de la vida. Y
por eso se inscribe también en el icono. Un
hermoso nombre escrito en letras rojas en la
parte superior izquierda del icono. Así se le
conoce y se le reconoce.
Beato. Bienaventurado Francisco Palau y Quer.
Bienaventurado y hombre de las bienaventuranzas.
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El mar
Y en el fondo el mar, con un intenso color azul y
una serie de ondulaciones de sus olas. Mar,
tantas veces vadeado en busca de soledad. Un azul
que parece el reflejo del intenso azul del
vestido de la Virgen.
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Montaña y cueva
contemplación silen-ciosa y de la purifi-cación,
de aquel que fue siempre hombre de soledades,
amigo de las hendiduras de la pie-dra, buscador
de los tesoros escondidos. La evocación de la
monta-ña, de la cueva y de la isla de Ibiza nos
lo pre-sentan como otro Juan de Patmos que relee
el Apocalipsis y ve la ciu-dad santa que
descien-de del cielo como una esposa.
La montaña recuer-da el Monte Carmelo de Elías
una mon-taña con la vista so-bre el azul del mar
Mediterráneo. Y una cueva evocadora de las cuevas
de Elías en el Carmelo y en el Horeb, de los
antros primitivos de los Carmelitas junto a la
fuente de Elías. Es la cueva del P. Palau en el
Vedrá lugar de la
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Cueva y lámpara
En la cueva una lámpara. Lámpara de la fe que
brilla en un lugar oscuro hasta que despunte el
día. Lámpara de la fe en las oscuras jornadas de
búsqueda. Lámpara luminosa para la contemplación
del misterio revelado.
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Cueva y altar
Y en la cueva un altar. Altar del sacrificio y de
la Eucaristía que recuerdan la dimensión
sacerdotal de la vida y del apostolado del Beato
Francisco. Un altar recubierto con un mantel de
color púrpura que recuerda la sangre del Cordero
Inmo-lado, fuente de santidad para todos.
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Altar misal
Y sobre e! altar un Libro-Misal, con el signo de
la cruz gloriosa grabada en oro. Un libro en el
que son visibles los siete sellos. Signos que nos
llevan al misterio del Apocalipsis, a esa
revelación que poco a poco va descubriendo en su
oración. En la profunda ambivalencia de los
símbolos, el libro evoca la palabra de Dios, la
Biblia, que Francisco medita y cita un libro que
evoca esa interpretación original de la Biblia y
especialmente del Apocalipsis que es su obra
cumbre de mística y de magisterio simbólico Mis
relaciones con la Iglesia.
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Altar con el escudo
Y en el centro del al-tar el escudo del Car-men
Descalzo, signo de identificación de su ca-risma
eclesial, en plena continuidad con la Or-den de
la Virgen. Hay alusiones a esta heren-cia
espiritual en el al-tar mismo está hecho,
como el de Elías en el Carmelo, de doce piedras,
piedras que las aguas rodean, como parece sugerir
el dibujo de la parte inferior del altar en forma
de ondulaciones del agua. Altar de la Eucaristía
donde Cristo está presente con su sacrificio y
donde junto a la Cabeza está el Cuerpo de la
Iglesia. Altar donde él renueva su alianza cada
día. La montaña, la cueva, el altar evocan las
experienclas del P. Palau en el Vedrá, algunas de
ellas muy significativas, como cuando se ve
revestido de sacerdote ante el altar y se le da
un libro y un Crucifijo...
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Los pies y el dragón
Y se le envía al mundo. A predicar a los hombres
que ella, la Iglesia, es una belleza inmensa a
predicar el perdón y la remisión de sus pecados.
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Mandorla
El centro del icono y de la contemplación del P.
Palau, lo que caracteriza su misión eclesial está
precisamente en la imagen de la Virgen Madre de
Dios, colocada en la parte superior derecha del
icono. Una mandorla la circunda y la pone en
evidencia. La imagen es de una rara belleza y en
ella se concentran como en un símbolo polivalente
toda una serie de evocaciones apocalípticas y
palautianas. La Virgen María aparece en toda su
belleza. Es la Virgen Theotókos, Madre de Dios,
con Cristo su Hijo, inseparable de él, testigo de
la verdad de su divinidad y de su humanidad. Su
hermoso rostro está enmarcado con una aureola
dorada. El manto color púrpura la recubre
exteriormente como la recubre interior y
exteriormente el Espíritu Santo para hacer de
ella la Virgen bella y la Virgen sabia, culmen de
la belleza humana y de la sabiduría. La recubre
graciosamente desde su misma cabeza con el mismo
color púrpura porque es sede de la sabiduría.
Doce estrellas circundan su aureola. Tres
estrellas, en la frente y a la altura del pecho,
a derecha
e izquierda, indican la triple virginidad de
María antes del parto, en el parto, después del
parto. Los pliegues del manto van bajando como si
quisieran diseñar una tienda. Porque María es la
nueva tienda de Dios, el templo de su presencia
gloriosa. Bajo el manto de púrpura su vestido de
intenso azul evoca el cielo, porque María es el
cielo en el que brilla el sol que es Cristo. Sus
manos están abiertas en actitud orante.
21
Parte baja de la mandorla
Sus pies están cubiertos de zapatillas color
púrpura zapatillas de Reina, signo de su
capacidad de presentarse ante el Rey para orar
por su pueblo, como la Reina Ester. Descansa
sobre la luna que está bajo sus pies, una luna
que a su vez descansa sobre una nube que recuerda
la nubecilla de Elías.
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Rostro y nombreMater Ecclesiae
María tiene su nombre inscrito a la derecha y a
la izquierda de su rostro Mater Ecclesiae, Madre
de la Iglesia. María tipo acabado de la Iglesia y
Madre de la Iglesia a la vez.
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María portadora de Cristo
El centro mismo de María es Cristo ella lo
presenta y manifiesta como si fuera una custodia
viva. En su centro, porque el centro vital de
María es su Hijo, aparece Cristo el Salvador.
Dios con nosotros, verdadero Dios y verdadero
hombre.
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Cristo
Sentado en un trono sobre el arco iris, signo de
paz y de Alianza, se presenta como nuestra Paz y
nuestra Alianza, el Hijo de la virgen María,
Cabeza de la Iglesia. Cristo Alfa y Omega,
principio y fin, fuente de agua viva.
Vestido de blanco y de color rojo púrpura,
coronado con una aureola que presenta la cruz
gloriosa. Con una mano bendice. Con la otra
enseña el rollo de la palabra, porque es el
revelador de los misterios.
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Pie aplastando al dragón
Cristo es el vencedor del mal y del maligno. De
su poder sacerdotal participa el P. Palau con su
palabra de apóstol y con su ministerio de
sacerdote y de exorcista. Por eso aplasta con la
cruz de su bastón al cruel enemigo, salido del
lugar oscuro del mal que vomita el río de
agua. María y su estirpe aplastan la cabeza de la
serpiente. Cristo y la mujer del Apocalipsis
desafían y vencen al dragón del mal. Y el Beato
Palau aparece como ministro de Cristo, de la
Virgen, de la Iglesia.
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Mandorla la ciudad
María portadora de Cristo. Ella es la que nos
trae la salvación. María figura, modelo,
realización de la iglesia. Belleza acabada en su
maternidad y en su virginidad. Pero la Virgen
Madre de Dios está enmarcada en una ciudad, la
ciudad santa que baja del cielo. Ciudad santa con
sus doce murallas, representación de los doce
apóstoles del Cordero. La evocación del
Apocalipsis adquiere toda su fuerza. Por una
parte el contemplativo del Vedrá parece reconocer
en la visión aquella gran señal de una Mujer,
"vestida del sol con la luna bajo sus pies y una
corona de doce estrellas en su ca-beza..."
(Ap12,1). Por otra "Vi la ciudad santa, la nueva
Jerusalén, que bajaba del cielo de junto a Dios,
engalanada como una novia ataviada para su
esposo. Y oí una fuerte voz que decía desde el
trono Esta es la morada de Dios con los
hombres. Pondrá su morada entre ellos y ellos
serán su pueblo y él, Dios con ellos, será su
Dios..." (Ap 21,2-3). María, ciudad santa y
Esposa hermosa, que lleva en su seno a Cristo. La
Iglesia, Jerusalén celestial que lleva en su
centro al Enmanuel, Dios con nosotros. María que
evoca el misterio de la Iglesia, como en los
textos más bellos del P. Palau. La Iglesia y
María. Y con ellas Cristo. Es el misterio del
Dios con nosotros. Contemplación eclesial y
apostólica del Beato Francisco Palau.
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icono
Nuestra mirada se llena de luz. Y el rostro del
P. Francisco aparece nimbado de gloria. La
contemplación del icono se hace plegaria.
Alabanza a Dios por la revelación del misterio de
la Iglesia en el P. Palau. Oración confiada al
Beato Francisco para que nos haga entrar en su
mismo misterio, como partícipes y herederos de su
misma gracia, porque, como reza el mensaje
eclesial que lleva escrito en el pergamino
blanco "Vuestra obra es la mía y la mía y la
vuestra es la obra de Dios".
28
icono
Nuestra oración es la misma de la Iglesia para
la memoria litúrgica del Beato Francisco
Palau Oh Dios, que por medio de tu Espíritu
enriqueciste al Beato Francisco Palau,
presbítero, con el don insigne de la oración y de
la caridad apostólica concédenos por su
intercesión que la amada Iglesia de Cristo,
resplandeciente con la belleza de María, la
Virgen Madre, sea más eficazcamente sacra-mento
universal de salvación. Por Jesucristo nuestro
Señor. Amén.
Texto P. Jesús Castellano, ocd Fotografía
Carmelitas Misioneras
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