Diapositiva 1 - PowerPoint PPT Presentation

About This Presentation
Title:

Diapositiva 1

Description:

Terminemos, como comenzamos, recordando un gran lema del santo, seg n las palabras de Jes s: Si amas tu vida, la perder s; Autom tico Si quieres seguirme, pero ... – PowerPoint PPT presentation

Number of Views:105
Avg rating:3.0/5.0
Slides: 81
Provided by: PC12235
Category:

less

Transcript and Presenter's Notes

Title: Diapositiva 1


1
San Carlos Borromeo
Día 4 de Noviembre
2
Entre los hombres extraordinariamente activos a
favor de la Iglesia y del pueblo, sobresale
admirablemente San Carlos Borromeo, un santo que
tomó muy en serio aquella frase de Jesús "Quien
quiera salvar su vida, la perderá pero el que la
pierda por Mí, la encontrará". Murió
relativamente joven porque desgastó totalmente su
vida y sus energías por hacer progresar la
religión y por ayudar a los más necesitados.
3
Su gran virtud era la tenacidad y perseverancia.
Respecto al trabajo, hay que consignar que llegó
a extremos inauditos. Pasaba largas horas
estudiando y escribiendo, siempre de pie, de día
y de noche. Se conservan muchos esquemas de sus
sermones y muchas de sus cartas. Y además de esa
labor oculta, no desmayó jamás en los ministerios
pastorales, ejercitados con actividad prodigiosa.
4
Su santidad es, en su suprema sencillez, una gran
lección para todos. Se hizo santo por un método
viejo y poco complicado cumpliendo su
obligación. Se hace santo por la observancia
rigurosa y plenísima de sus deberes, quemando
toda su existencia, poco a poco, entre los mil
negocios de cada día.
Su espíritu de oración y su amor de Dios dejaban
en los otros un gran gozo espiritual, le ganaban
los corazones, e infundían en todos el deseo de
perseverar en la virtud y de sufrir por ella.
En su escudo, una sola palabra Humildad.
5
Nació el día 1. de octubre de 1538, en el
castillo paterno de los Borromeos, situado en las
orillas del Lago Mayor (Norte de Italia).
Sus padres se llamaban Gilberto y Margarita, ésta
de la ilustre casa de los Médicis.
6
Estudió las Humanidades en Milán.
En el otoño de 1552 se matriculó en la Facultad
de Derecho de la Universidad de Pavía, donde el 6
de diciembre de 1559 obtuvo el doctorado civil y
eclesiástico.
Carlos Borromeo tenía 21 años.
7
Cuando no había terminado aún Carlos Borromeo sus
estudios, orientados todos hacia la vida
eclesiástica, murió su padre, dándole ocasión de
lucir su maduro talento en los problemas de la
sucesión y testamentaria. No había cumplido aún
veinte años, y tuvo que encargarse del gobierno
de la familia y la administración de la hacienda,
una larga temporada. Y ciertamente sacó ambas a
flote, acreditándose de firme organizador y gran
carácter.
8
El 25 de Diciembre de 1559 fue elegido Papa su
tío materno, el cardenal Juan Ángel de Médicis,
que tomó el nombre de Pío IV.
9
Una nube de sobrinos y parientes, venidos de
Milán y de Alemania, se apiñaban en torno del
nuevo papa, dispuestos a recoger los frutos de
aquel encumbramiento.
Sin embargo, no estaban todos. Faltaba uno,
Carlos, el que más hubiera alegrado el corazón
del nuevo Papa en aquel día de regocijo.
10
Mientras en Roma sonaban las aclamaciones,
Carlos continuaba allá lejos en su castillo de
Arona administrando las tierras que su padre le
había dejado en aquel rincón de la Lombardía.
Al día siguiente de su coronación, su tío, el
papa, mandó a Carlos venir a Roma.
Pronto le llenaría de honores, que Carlos aceptó
como responsabilidades.
11
A principio de 1560, el nuevo Papa hizo a su
sobrino cardenal diácono y, el 8 de febrero, le
nombró administrador de la sede vacante de Milán,
pero, en vez de dejarle partir, le retuvo en Roma
y le confió numerosos cargos.
Carlos fue nombrado legado de Bolonia, de la
Romaña y de la Marca de Ancona, así como
protector de Portugal, de los países bajos, de
los cantones católicos de Suiza y además, de las
órdenes de San Francisco, del Carmelo, de los
Caballeros de Malta y otras más.
Lo extraordinario es que todos esos honores y
responsabilidades recaían sobre un joven que no
había cumplido aún veintitrés años y era
simplemente clérigo de órdenes menores
12
Pero el cargo más importante que le dio fue el
de la administración de los Estados de la Iglesia
y el de la Secretaría de Estado.
Es increíble la cantidad de trabajo que san
Carlos podía despachar sin apresurarse nunca, a
base de una actividad regular y metódica. Además,
encontraba todavía tiempo para dedicarse a los
asuntos de su familia, para oír música y para
hacer ejercicio.
13
Frente a los partidos que dividían la curia y el
colegio cardenalicio, Pío IV había querido buscar
un confidente seguro y un colaborador activo y
esto es lo que va a proporcionarle la abnegación
sin límites, la diligencia perseverante y la
inagotable paciencia de su sobrino.
14
Jamás el nepotismo había tenido un acierto
semejante. Carlos Borromeo había de ser el ojo
derecho de Pío IV (como le llamaban en Roma),
pero también su brazo fiel, de insuperable
eficiencia. Pronto pudo verse que el joven
Secretario de Estado poseía un claro juicio y un
agudo talento una tenacidad y capacidad de
trabajo que le permitían, por ejemplo, considerar
todos los aspectos de un asunto importante
durante seis horas seguidas, sin fatigarse.
Y, sobre todo, es de admirar el conjunto de sus
virtudes, que más tarde se desplegaron en
perfección integral y fulgente.
15
En los círculos cortesanos su nombramiento fue
casi una decepción, tal vez por la fama de
austeridad que había precedido al sobrino tal
vez porque había pocas probabilidades de influir
sobre el Pontífice por su medio. No tenía la
menor apariencia de aquel tipo de sobrino del
que estaban acostumbrados en el Renacimiento.
16
Su mismo exterior, ni atraía por su hermosura, ni
infundía respeto por la majestad. Una tela de
este tiempo nos le presenta de rostro imberbe,
alta frente, nariz bien desarrollada y ojos
abiertos de par en par a la vida. No era un
espíritu brillante, y por naturaleza se sentía
impelido a esconderse y ocultar su talento. Esta
timidez se aumentaba con un defecto de su lengua,
que le hacía precipitarse al hablar, y que, a
pesar de los esfuerzos, nunca logró dominar por
completo.
Su misma reserva podía achacarse a cortedad por
la malicia de los cortesanos. En los comienzos de
su carrera, los diplomáticos le presentan como un
hombre bueno y piadoso, pero poco apto para la
vida.
17
Pronto pudo verse que estas apreciaciones eran
prematuras. Los que trataron a Carlos más de
cerca afirman que poseía un juicio claro y un
agudo entendimiento. Lo incansable de su
meditación suplía lo que tal vez le faltaba de
rapidez en la concepción. Su tenacidad le
permitía considerar todos los aspectos de un
negocio importante durante varias horas.
Esta energía fue, juntamente con la piedad, el
rasgo distintivo de su carácter desde los más
tiernos años.
18
Ya en esta primera etapa de su actuación como
dirigente público, aparece ante el mundo católico
como un astro de primera magnitud. Se entregó a
los asuntos de su cargo con energía prodigiosa.
Uno de sus ayudantes escribe que apenas le
quedaba tiempo para comer y dormir lo suficiente.
Él mismo confesaba que conservaba su salud, a
pesar de sus infinitos trabajos, y le dolía
tener que reservar cinco o seis horas para el
sueño.
19
Diariamente despachaba durante tres horas con el
Pontífice extractaba y redactaba diversos y
delicados escritos transmitía órdenes a nuncios
y legados asistía a reuniones de Cardenales se
ocupaba muy complejamente de problemas de
envergadura internacional.
El trabajo de la correspondencia diplomática era
imponente, pero le secundaba muy eficazmente
Tolomeo Gallio, antiguo secretario del cardenal
de Médicis y luego Cardenal. Con él acudía todas
las mañanas a su tío para presentarle los
resúmenes de la correspondencia recibida y tomar
nota de las respuestas que había que dar.
20
Era un hombre de gran valor, pero no era un santo.
Hijo del Renacimiento, amaba las artes, cultivaba
la música y tocaba el violonchelo, favorecía con
su amistad a Palestrina, jugaba al ajedrez, a la
pelota, y era muy aficionado a la caza. No era
todavía por estos tiempos el severo asceta que a
todos admirará más adelante. Sin embargo, nada
reprobable podía reprocharse a su conducta. Es
de una vida inocentísima, escribía un embajador,
tanto, que a juzgar por lo que sabe, puede
decirse que está libre de toda mancha.
21
En esta época fue cuando leyó a los filósofos y
políticos de la Antigüedad que, según él solía
decir, le sirvieron maravillosamente para regular
sus actuaciones.
Con el fin de ampliar lo más posible su formación
literaria, organizó unas veladas, que se hicieron
famosas con el nombre de Noches Vaticanas, por
lo selecto de cuantos tomaban parte en ellas.
22
Nada malo había en esa conducta más bien
resultaba ella de una elevada ejemplaridad para
los eclesiásticos y seglares de la época. Pero no
tuvo límites el asombro de todos, cuando vieron
al joven Cardenal despojarse repentinamente de
todo lo que pudiera significar ostentación o
pompa terrena y buscar caminos de santidad.
23
La ocasión fue la muerte de su hermano mayor,
Federico, en quien tanto el Pontífice como Carlos
veían vinculado el porvenir de la familia. Este
suceso, escribía a los pocos días, me ha hecho
comprender toda nuestra miseria y que la
verdadera felicidad es la gloria eterna. Y en
una carta al duque de Florencia descubría la
actitud de su alma ante aquel golpe, que era el
hundimiento de tantas esperanzas Dios me ha
dado la gracia de inspirarme la resolución muy
firme de mirar siempre como un gran bien todo lo
que viene de su mano.
Y decidió hacerse sacerdote para dedicarse por
completo a la labor de salvar almas.
24
Pío IV en el consistorio del 3 de junio lo elevó
al orden de Cardenal presbítero. San Carlos, el
17 de julio de 1563, fue ordenado sacerdote y el
7 de Diciembre del mismo año recibió la
consagración episcopal.
25
Antes de su ordenación sacerdotal se retiró a la
casa profesa de los jesuitas para hacer los
Ejercicios bajo la dirección del P. Juan Bautista
Ribera, con quien por razón de su cargo de
procurador general de la Orden había tenido que
tratar muchos asuntos de la Compañía.
En adelante fue el P. Ribera su director
espiritual.
26
El cambio obrado en su espíritu comenzó pronto a
manifestarse al exterior. Renunció a sus
diversiones preferidas y fue tal la austeridad de
su comportamiento personal que disgustaba a su
mismo tío, que llegó a prohibir a los PP. Ribera
y Laínez pisar en adelante por el palacio del
Cardenal. Pero Carlos no mitigó sus rigores. Su
ejemplo, por el contrario, fue arrastrando a
otros, e incluso a su mismo tío.
El embajador veneciano Soranzo decía de él que
hacía más bien en la corte de Roma que todos los
decretos tridentinos juntos.
27
Si hasta ahora se había resignado, no sin
repugnancia, a hacer concesiones a una manera
algo profana de entender la vida, desde este
momento todo su afán es desterrar los últimos
restos del espíritu mundano.
Se muestra más severo en el trato de su persona,
prohíbe en las reuniones literarias todo asunto
que no sea espiritual, suprime juegos y
diversiones, reduce el tren de su casa, y ejerce
el ministerio de la predicación, cosa inaudita
entonces en un cardenal aumenta el tiempo de la
oración y los rigores ascéticos, hasta ayunar a
pan y agua un día por semana, y propone dejar la
secretaría y retirarse a la Orden rigurosa de los
camaldulenses.
28
A Carlos Borromeo le llegó un trabajo mayor por
causa del Concilio Tridentino.
Desde el año 1542, el Papa Paulo III había
convocado un Concilio Ecuménico para defender la
fe católica contra las negaciones protestantes y
promover en la Iglesia la reforma deseada por
todos.
Se había escogido la pequeña ciudad de Trento,
situada en una de las estribaciones menos
elevadas de los Alpes, dentro de Italia, pero muy
accesible por el lado de Alemania.
29
El Concilio se había suspendido y era necesario
iniciarle otra vez para que reformara a la
Iglesia Católica y le diera leyes que la
mantuvieran fiel y fervorosa, y San Carlos
trabajó intensamente y obtuvo que su tío el Papa
Pío IV volviera a convocar a los obispos y se
continuara con el Concilio.
Como secretario gene-ral de tan importante
reunión fue nombrado nuestro santo, y de allí
salieron importantísi-mos decretos que le
hicieron inmenso bien a la Iglesia y la volvieron
mucho más fervorosa.
30
Ello significó un enorme aumento de trabajo para
el Cardenal Secretario, el cual, sin salir de
Roma, puede decirse que fue desde entonces el
alma de aquella ultima etapa del Tridentino.
Estaba en continuo contacto con los legados
pontificios, deshacía las dificultades que sin
cesar surgían, intervenía en las cuestiones más
arduas, suministraba las cosas necesarias para el
sustento de los prelados, fue el intermediario
constante entre el Concilio y la autoridad
papal...
31
Por fin, el 4 de diciembre de 1563, cuatro
legados del Papa, tres patriarcas, veinticinco
arzobispos y ciento sesenta obispos, dieron por
concluidas las jornadas conciliares y firmaron
los decretos, que aprobó el Pontífice el 26 de
enero de 1564.
32
Todavía cayó sobre el Cardenal Borromeo el duro
cuidado de dirigir la ejecución de lo acordado en
las deliberaciones
la publicación del Catecismo para los párrocos,
la revisión de la versión latina de la Biblia,
llamada Vulgata, del Misal y del Breviario, la
puesta en práctica de las más urgentes
innovaciones canónicas.
33
Milán, que había estado durante ochenta años sin
obispo residente, se hallaba en un estado
deplorable. San Carlos consiguió permiso para
reunir un concilio provincial y visitar su
diócesis. El pueblo de Milán le recibió con el
mayor gozo.
El santo predicó en la catedral sobre el texto
"Con gran deseo he deseado comer esta Pascua con
vosotros". Diez Obispos sufragáneos asistieron al
sínodo. Hubo decisiones sobre la observancia de
los decretos del Concilio de Trento, sobre la
disciplina y la formación del Clero, sobre la
celebración de los divinos oficios, sobre la
administración de los sacramentos, sobre la
enseñanza dominical del catecismo y sobre muchos
otros puntos.
34
Cuando el santo se hallaba en el cumplimiento del
oficio como legado de Toscana, fue convocado a
Roma para asistir a Pío IV en su lecho de muerte,
donde también le asistió San Felipe Neri.
35
Pío IV fallece el 9 de Diciembre de 1565.
Casi un mes después, salió elegido Pío V, el 7 de
enero de 1566.
36
El nuevo Papa Pío V, pidió a San Carlos que se
quedase algún tiempo en Roma para desempeñar los
oficios que su predecesor le había confiado, pero
el santo aprovechó la primera oportunidad para
rogar al Papa que le dejase partir y, supo
hacerlo con tal tino, que Pío V le despidió con
su bendición.
Trató en seguida de reintegrarse a su diócesis, a
la que efectivamente llegó el 5 de abril de 1566.
37
Aquella ciudad hacía muchos años que no tenía
arzobispo y la relajación era muy grande. Pero
este hombre era incansable para trabajar, y muy
pronto todo empezó a cambiar y a transformarse y
mejorar.
Muy pronto y para casi dos decenios, será, como
Arzobispo de Milán, el más fervoroso adalid de la
reforma tridentina.
38
Milán era una diócesis muy importante y muy
extensa. Reunía a los pueblos de Lombardía,
Venecia, Suiza, Piamonte y Liguria.
Llevaba largo tiempo abandonada por sus pastores.
39
Lo primero que hizo al llegar a Milán como
arzobispo y cardenal, fue vender todos los lujos
del palacio arzobispal y regalar ese dinero a los
más pobres.
Dicen que para con los débiles y necesitados era
supremamente comprensivo. Para con sus
colaboradores era muy amigable y atento, pero
exigente. Y para consigo mismo era exigentísimo y
severo.
40
Su primera diligencia, al llegar, fue reunir en
Concilio a los obispos de la provincia
eclesiástica, para urgir la implantación de las
disposiciones elaboradas en Trento.
Habituado a la centralización romana, organiza en
su vasta jurisdicción diocesana una red de
visitadores que le tienen al corriente del estado
de las parroquias .
41
Comenzó en seguida una reorganización de la
diócesis, dividiéndola en 12 circunscripciones.
Creó el puesto de vicario general, hizo más
ágiles los servicios judiciales y cancillerescos,
y veló especialmente por la integridad de los
funcionarios y la gratuidad de los servicios.
Urgió el cumplimiento de lo prescrito en el
concilio provincial referente a la redacción de
los libros parroquiales y al libro donde se
enumeran las casas de la parroquia, con el número
y edad de sus habitantes inmigrantes y
emigrantes.
En 1574 dio normas precisas sobre el modo de
llevar estos libros y ordenó el envío anual de un
ejemplar al arzobispado. En el cuarto concilio
provincial mandó que cada párroco hiciera listas
nominales de 35 categorías de cristianos de su
parroquia. Por éstas y parecidas medidas, San
Carlos puede ser considerado como un precursor de
la estadística religiosa.
42
Sus colaboradores y familiares estaban sometidos
a una disciplina casi claustral. Inspirándose en
los modelos de San Ignacio, compuso reglas
especiales para cada oficio. Los actos piadosos
del día confiados a la dirección de un prefecto
de espíritu, estaban minuciosamente establecidos.
43
Su principal preocupación fue la formación de un
clero capaz y virtuoso. Por eso dedicó al
seminario su atención preferente. También abrió
una casa para vocaciones tardías. Para atender
mejor a las necesidades pastorales de la
diócesis, fundó la Congregación de Oblatos de S.
Ambrosio, sacerdotes al servicio del ordinario,
pero de vida común y dispuestos a ir a donde se
les enviase.
44
Cuidó también de la educación de la juventud y
fundó el Colegio Helvético para suizos católicos
el Colegio Borromeo en Pavía el Colegio de
Nobles de Milán la Universidad de Brera,
confiada a los jesuitas, etc.
Pavía
En el aspecto social, creó obras de beneficencia
y de rehabilitación asilo de arrepentidas,
orfanatos, asilos nocturnos, etc.
45
Recorre todas las parroquias tres veces en visita
pastoral, durante su gobierno, imponiéndose a
menudo graves fatigas y ascensiones alpinas. Eran
muy extensos los territorios de su jurisdicción,
que abarcaba también parte de los cantones
suizos.
Cuando su cabalgadura no puede pasar adelante,
camina a pie, resistiendo largas horas de marcha,
cruzando los altos montes de su tierra, trepando
por riscos y barrancos, como el más experimentado
alpinista.
46
San Carlos visitó tres valles alpinos el de
Levantina, el de Bregno y La Riviera, que los
anteriores arzobispos habían dejado completamente
abandonados y donde la corrupción del clero era
todavía mayor que la de los laicos, con los
resultados que pueden imaginarse.
El santo predicó y catequizó por todas partes,
destituyó a los clérigos indignos y los reemplazó
por hombres capaces de restaurar la fe y las
costumbres del pueblo y de resistir a los ataques
de los protestantes zwinglianos.
47
En ello ayudan al santo Prelado sus propios
clérigos, los jesuitas y religiosos de otras
órdenes y congregaciones de fundación reciente
teatinos, barnabitas, oratorianos, creados estos
últimos por San Felipe Neri, entrañable amigo
suyo...
Llamó a Milán a treinta jesuitas para consolidar
la Contrarreforma.
48
Se dedicó plenamente a la tarea emprendida por la
Contrarreforma promovió cambios en los libros
litúrgicos y la música religiosa (él mismo tocaba
el laúd y el violoncelo como aficionado), y con
este fin encargó a Palestrina la Misa del papa
Marcelo.
Podemos escuchar una parte.
49
San Carlos es el auténtico ideal del obispo
reformador y sus medidas legislativas son
copiadas, adaptadas, implantadas y urgidas.
En muchos aspectos es decidido antecesor de
iniciativas que estimamos modernísimas.
Recordemos el "Asceterium" al que el papa Pío XI
llamó en la encíclica Menti Nostrae la primera
casa de ejercicios del mundo. Hay que tener en
cuenta su preocupación por el seminario, y su
clara visión de la necesidad de adaptar la
formación de los seminaristas a la vida real. Es
grande su empeño por la santificación de los
seglares y la organización apostólica de los
mismos. Aparece la amplitud de espíritu al hablar
de las relaciones del clero secular con los
religiosos.
50
Los Padres de Trento habían preceptuado colocar
rejas en los locutorios de los conventos. Las
monjas no se resignaban a ello. Pero san Carlos
ordenó poner rejas en los locutorios de las
religiosas en toda su diócesis y pidió más
severidad y rigor en el cumplimiento de los
deberes cristianos.
51
San Carlos fundó 740 escuelas de catecismo con
3.000 catequistas y 40.000 alumnos.
Fundó además 6 seminarios para formar sacerdotes
bien preparados, y redactó para esos institutos
unos reglamentos tan sabios, que muchos obispos
los copiaron para organizar según ellos sus
propios seminarios.
52
No faltaron díscolos que resistieron a sus
mandatos.
San Carlos quiso acabar con una asociación, que
se llamaban "Los humillados", que con el pretexto
de dedicarse a la vida espiritual se aprovechaban
de las limosnas y se dedicaban a una vida
escandalosa. Uno de ellos penetra en la capilla
del Arzobispo, mientras éste estaba rezando, le
dispara un tiro de arcabuz, hiriéndole levemente.
El suceso tan sólo sirvió para que aumentase la
popularidad del Santo, en el cual todos los
buenos veían encarnado el ideal perfecto del
Obispo ejemplar.
53
No se puede comprender, sin embargo, la caridad
de San Carlos Borromeo, si no se conoce su
relación de amor apasionado con el Señor Jesús",
subraya Benedicto XVI.
54
En 1575, fue a Roma a ganar la indulgencia del
jubileo y, al año siguiente, la instituyó en
Milán. Acudieron entonces a la ciudad grandes
multitudes de peregrinos, algunos de los cuales
estaban contaminados con la peste, de suerte que
la epidemia se propagó en Milán con gran
virulencia.
55
En la primavera de 1576, se extendió la peste
maligna por la ciudad y comarca de Milán.
En medio del terror general y mien-tras los
pudientes, incluso las auto-ridades, abandonan la
población, el Arzobispo permanece en ella,
orga-nizando heroicamente los servicios de
higiene y las atenciones espiri-tuales,
asistiendo personalmente a los apestados,
invitando a la ora-ción y a la penitencia,
formando juntas de socorro, montando hospitales y
lazaretos, recorriendo las calles para dar
aliento a todos, confesando, y a veces dando la
salud con sólo mirar a las víctimas.
56
El arzobispo comprendió cuál era su deber.
Hizo pedir limosna por la ciudad y de su
patrimonio vendió los objetos preciosos que le
quedaban. Incluso cedió las colgaduras de su
palacio para hacer vestidos. Dormía escasamente
dos horas para poder acudir personalmente a todas
partes, visitaba todos los barrios alentando el
ánimo de los que desfallecían, administra-ba él
mismo los últimos sacra-mentos a muchos.
Despreció el peligro de contagio, y ordenó un
triduo de oraciones públicas y procesiones.
57
Muchísimas veces había desafiado la muerte
viajes de noche por los Alpes, entrevistas con
sus más mortales enemigos sin defensa alguna, y,
sobre todo, contactos durante largas temporadas
con los apestados, en especial en la terrible
peste de 1576-1577. Sin embargo, la muerte le
había respetado hasta entonces, aunque ya se
sentía muy debilitado.
.
58
Cuando estaba la Sábana Santa en Chambery
(Francia) tuvo un incendio. De ahí pasó a Turín.
El motivo de este cambio se debió a la delicada
salud de san Carlos Borromeo que, de esta forma,
no se ve ya obligado a atravesar los Alpes para
venerar el preciado lienzo sagrado. San Carlos se
había comprometido a llevar a Turín la Sábana
Santa, si la peste que aquel año asediaba Milán
desaparecía, como así sucedió.
59
Muy joven era todavía, pero advertía claramente
la realidad de su falta de salud. En 1576 había
hecho su testamento.
En el año de 1584, decayó más la salud del santo.
Partió en octubre, a Monte Varallo para hacer su
retiro anual, acompañado por el P. Adorno, S. J.,
su confesor. Antes de partir, había predicho a
varias personas que le quedaba ya poco tiempo de
vida. El 24 de octubre se sintió muy enfermo y el
29 del mismo mes partió de regreso a Milán, a
donde llegó el 2 de Noviembre. La víspera había
celebrado su última misa en Arona, su ciudad
natal.
60
La fiebre le estaba consumiendo. Preguntáronle si
quería recibir el viático, y él respondió All
hora. (o alora). En su lengua natal quería
decir Estoy dispuesto.
Murió apaciblemente el día 3 de noviembre,
pronunciando estas palabras Heme aquí, Señor
(O Ya voy, Señor). Tenía 46 años de edad.
61
La noticia causó inmenso dolor en todos los
sectores de la ciudad y un sentimiento de estupor
en el mundo católico.
Una lumbrera de Israel se ha extinguido,
exclamó Gregorio XIII al recibir la noticia de su
muerte.
62
En 1601, el cardenal Baronio, quien le llamó "un
segundo Ambrosio", mandó al clero de Milán una
orden de Clemente VIII para que, en el
aniversario de la muerte del arzobispo, no
celebrasen misa de requiem, sino una misa
solemne.
63
San Carlos Borromeo fue canonizado por Paulo V el
1 de noviembre de 1610.
64
Su cuerpo se conserva incorrupto en la cripta de
la catedral de Milán, encerrado en una soberbia
caja de plata, regalo de Felipe IV de España.
65
San Francisco de Sales le tuvo una gran devoción
y visitó su sepulcro.
El papa Juan XXIII eligió para su coronación, aun
sabiendo que esto suponía un gran esfuerzo, el
día de la fiesta de san Carlos, queriendo colocar
su pontificado bajo el patronato de este gran
Santo.
66
Terminemos, como comenzamos, recordando un gran
lema del santo, según las palabras de Jesús
"Si amas tu vida, le perderas y si la aborreces,
te salvarás."
67
Si amas tu vida, la perderás
Automático
68
y si la aborreces, te salvarás.
69
Si quieres seguirme,
ven
70
pero negando tu cuerpo.
71
Toma contigo tu cruz
72
y, en ti, estoy viviendo.
73
Si amas tu vida, la perderás,
74
y si la aborreces, te salvarás.
75
Si buscas las cosas del mundo,
76
pierde mi vida tu cuerpo.
77
Si buscas tan sólo mi vida,
78
entro yo en ti por entero.
79
Que María, que acompañó siempre a san Carlos
Borromeo en su apostolado,
80
nos acompañe, como a él, a entrar en las moradas
eternas.
AMÉN
Write a Comment
User Comments (0)
About PowerShow.com