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LA ORACI

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Orar es hablar con Dios. Pero, ... que sube al Padre por la acci n del Esp ritu Santo en uni n con toda la Iglesia. ... como sucede en el Bautismo, ... – PowerPoint PPT presentation

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Title: LA ORACI


1
LA ORACIÓN, 1
TE 25 de 45
Estructura del Catecismo de la Iglesia católica
para explicar la oración Jesús ora, Jesús enseña
a orar, Jesús escucha la oración, y María ora.
Jesús ora en circunstancias muy diversas antes
de los momentos decisivos de su misión, antes de
la resurrección de Láza- ro, etc. Se ve
claramente la continuidad de la relación entre
Jesús y el Padre.
La oración de Jesús, ideal de toda oración, es
elevación hacia una intimidad divina
absolutamente única e inaccesible pero es
tam- bién respuesta fiel y plena al amor del
Padre.
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LA ORACIÓN, 2
TE 26 de 45
La oración es una necesidad vital, la expresión
de la nueva vida de hijos de Dios otorgada por la
incorporación a Cristo. La oración cristiana
tiene carácter trinitario y filial porque es un
diálogo de vida con la Trinidad Santísima como
hijos de Dios.
La oración del cristiano es conversación con el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. No
te limites a hablar al Paráclito, óyele!
(San Josemaría, Forja 430).
La oración litúrgica debe hacerse oración
personal y la oración per- sonal debe ser oración
litúrgica. A través de la liturgia, la
oración del cristiano en comunión con toda la
Iglesia se alimenta del misterio de Jesucristo.
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LA ORACIÓN, 3
TE 27 de 45
La oración vocal se hace interior en la medida
en que tomamos conciencia de qué hablamos, de
Aquél a quien hablamos y de quién habla. Con esa
conciencia del diálogo con Dios, la oración vocal
se convierte en una forma de oración
contemplativa.
La meditación habitualmente uno se ayuda de un
libro. Hace inter- venir toda la persona el
pensamiento, la imaginación, el querer,
la emoción, el deseo. Profundiza en las
convicciones de fe, suscita la conversión del
corazón y fortalece la voluntad de seguir a
Cristo.
Orar es hablar con Dios. Pero, de qué? - De
qué? De Él, de ti alegrías, tristezas, éxitos y
fracasos, ambiciones nobles, preocupa- ciones
diarias (...). En dos palabras conocerle y
conocerte tra- tarse! (San Josemaría, Camino
91).
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LA ORACIÓN, 4
TE 28 de 45
La contemplación es el nivel más profundo de la
relación con Dios a la que debemos llegar los
cristianos, el culmen de la ora- ción cristiana.
Se trata de rezar (oración vo- cal), meditar
(oración mental) y vivir (pre- sencia de Dios
continua) contemplando.
La contemplación es perfeccionamiento de la fe
que nos permite descubrir la maravilla del ser de
Dios y de su presencia en noso- tros. Pero no es
una operación meramente intelectual. El
pensa- miento de Dios lleva a amar, esperar,
alegrarse, admirar, honrar, adorar. En estos
actos alcanzamos la bienaventuranza. Es un
cono- cimiento al que acompaña el amor. La
contemplación cristiana es conocer amando y amar
conociendo en honda y vital compenetra- ción. Es
mirar-contemplar a Dios y saber que nos
mira-contempla.
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LA ORACIÓN, 5
TE 29 de 45
Contemplación y acción no son incompatibles sino
que se com- plementan y reclaman. San Josemaría
explicita la necesidad de disponernos a ser
almas contemplativas, en medio de la calle, del
trabajo, con una conversación continua con
nuestro Dios, que no debe decaer a lo largo del
día (Amigos de Dios 238).
Descubriremos cómo se puede dar relieve
sobre- natural a las actividades aparentemente
más pe- queñas (...) y comprenderemos con mayor
hon- dura que la criatura necesita esos tiempos
de con- versación íntima con Dios para tratarle,
para in- vocarle, para alabarle, para romper en
acciones de gracias, para escucharle o,
sencillamente, para estar con Él (Idem 239).
6
LA ORACIÓN, 6
TE 30 de 45
La oración es un don de la gracia y una
respuesta decidida por nuestra parte. Por eso
supone siempre un esfuerzo.
La dificultad habitual de la oración es la
distracción. Otra es la sequedad o aridez, sin
gusto. Es un mo- mento de purificación en el que
la fe se hace más pura, desasida del consuelo
humano.
La tentación más frecuente es la falta de fe que
se manifiesta en el activismo. Otra es la
tibieza, una forma de aspereza debida al
re- lajamiento de la ascesis, a la negligencia
del corazón. Otra el de- saliento que cierra el
paso a la oración. Quien es humilde no se extraña
de su miseria ésta le lleva a una mayor
confianza y a man- tenerse firme con la
constancia en la oración.
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LA ORACIÓN, 7
TE 31 de 45
A los que amamos van constantemente las
pa- labras, los deseos, los pensamientos hay
como una continua presencia. Pues así con Dios.
Con esta búsqueda del Señor, toda nuestra jornada
se convierte en una sola íntima y confiada
con- versación. Nuestro Señor nos hace ver con
su ejemplo- que éste es el comportamiento
certero oración constante, de la mañana a la
noche y de la noche a la mañana (San Josemaría,
Ami- gos de Dios 247).
La vida contemplativa es la vida concreta que a
cada cristiano le corresponde afrontar (trabajo,
familia, relaciones sociales...), en la medida en
que va siendo informada por las virtudes
teologales hasta hacer de ella una continua
oración.
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LA ORACIÓN, 8
TE 32 de 45
La Eucaristía es fuente y cima de la oración.
Contiene y expresa todas las formas de oración
es adoración, acción de gracias, peti- ción de
perdón por el pecado (expiación) y oración de
petición por nosotros y de intercesión por todos.
En ninguna oración como en la Santa Misa, mi
oración personal se hace más la oración
de Cristo, que sube al Padre por la acción del
Espíritu Santo en unión con toda la Iglesia.
Cuando participamos de la Eucaristía, experimenta
mos la espiritualización deificante del Espíritu
Santo, que no sólo nos configura con Cristo, como
sucede en el Bautismo, sino que nos cristifica
por entero, asociándonos a la plenitud de Cristo
Jesús (San Josemaría, Es Cristo que pasa 87).
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LA ORACIÓN, 9
TE 33 de 45
La Misa es acción de la Trinidad en la que
participamos los hombres. Como raíz nos alimenta
y hace posible vivir la vida como hijos de Dios
Padre, injertados en Cristo por la acción del
Espíritu Santo en nuestra alma. Como centro atrae
toda nuestra vida a la celebración eucarística.
La lucha espiritual debe intentar que toda la
jornada se convierta en un acto de culto
prolongación de la Misa-, ofreciendo la
existencia cotidiana (trabajo profesional,
vida familiar...) unida al sacrificio eucarístico.
No está de una parte el rito y de otra la vida.
Toda la vida del cristiano es una realidad
cultual, como la vida de Cristo. Los cristianos
hemos sido constitui- dos en sacerdotes de
nuestra propia existencia (San Josemaría, Es
Cristo que pasa 96).
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LA ORACIÓN, 10
TE 34 de 45
Para corresponder al amor de Dios, para tener un
programa de vida cristiana, la solución consiste
en participar amorosamente en la Santa Misa,
aprender en la Misa a tratar a Dios, a cada una
de las Personas divinas, porque en este
Sacrificio se encierra todo lo que el Señor
quiere de nosotros.
Pero vivir de esta manera la Misa, profundizar
cada vez más en su misterio, necesita ir
acompañado de la oración personal, del trato
íntimo con María y con Jesús, con el Padre, con
el Espí- ritu Santo.
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